Claudia Merino
Psicóloga en Goya (Madrid)
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¿Te imaginas qué puede ocurrir si te sientas en este sillón?
Imagínate sentada en este sillón pudiendo contarle a alguien todas esas cosas que te agobian, te dan miedo, te dan vergüenza, te dan dolor de cabeza, que no sabes qué hacer con ellas..
Imagínate encontrando un sitio donde no te sientas juzgada, donde puedas contarle a alguien todo eso que se te pasa a mil por hora por la cabeza y que no te deja en paz. Esos pensamientos que te ponen triste, que te generan estrés, que te dejan sin energía y que te provocan inseguridad.
Imagínate sentada en este sillón encontrando las respuestas a las preguntas que tanto dolor de cabeza o sufrimiento te generan.
Imagínate saliendo de esta sala sintiendo que puedes afrontar esas cosas que a veces se te atragantan.
Si te lo puedes imaginar y quieres darle una oportunidad a este sillón, yo me siento contigo.
Esto te puedo contar por si quieres conocerme un poco más
Ser psicóloga no fue una vocación para mí desde pequeña. Pero la vida muchas veces tiene planes distintos para nosotras. En mi caso, me llevó a mi propia terapia y, años después, esa pequeña llamita que se había encendido en mí se reavivó con la necesidad de entender mejor mi complejidad y la de los demás. Porque sí, los seres humanos somos muy complejos.
Hoy estoy convencida de que la base de la psicología está en cómo sentimos, pensamos y actuamos en nuestras relaciones, tanto con los otros como con nosotras mismas. Y, muchas veces, nuestra propia relación interna puede ser la más compleja y la que más nos hace sufrir.
Aunque hoy se hable mucho de independencia (que no digo que esté mal), la realidad, y así nos lo muestra la naturaleza, es que “somos” en relación. Somos seres sociales que nos construimos y vivimos en contacto con otros.
Si lo piensas, la mayoría de lo que nos atormenta tiene que ver con las relaciones: qué pensarán de mí, el miedo a sentirme sola, los enfados o desacuerdos, separaciones, dificultades para expresarnos, el miedo a que nos dejen, el miedo a no gustar…
Atreverse a explorar todo esto no es fácil ni rápido, pero creo firmemente que, una vez empiezas a entenderte y a meterte en “el barro”, la vida adquiere matices distintos y empieza a sentirse más propia. Puedes vivir tus relaciones con más calma, cuidando también la relación contigo misma desde la honestidad y el respeto.
Aunque no fue una vocación clara desde el principio, hoy no me imagino dedicándome a otra cosa que no sea la psicología.
Ansiedad, depresión, problemas emocionales, problemas en tus relaciones, duelos, falta de motivación, dificultades para entenderte, problemas con la comida, autoestima, trauma, inseguridades, miedos…
¿Me podría ayudar la terapia?
Si sientes que alguna de estas cosas te está desbordando, es posible que estés atravesando un momento difícil. No tienes por qué enfrentarlo sola o solo.
Preguntas frecuentes
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No necesitas estar al límite para pedir ayuda. Si algo te duele o te incomoda, eso ya es motivo suficiente. La terapia también es prevención y autocuidado.
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No necesitas tener todo claro. En terapia, lo que traes es suficiente. Incluso el silencio o la confusión pueden ser un punto de partida valioso.
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Cada proceso es único. El objetivo no es que dependas del espacio terapéutico, sino que ganes herramientas para ser más autónoma emocionalmente. Tú marcas el ritmo.
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Cada terapeuta y cada proceso son distintos. Si antes no fue lo adecuado, no significa que ahora no pueda ser diferente. A veces es cuestión de encontrar el espacio y la persona correctos.